Una casa bien decorada mantiene su atractivo durante mucho tiempo, y ese era el caso de esta que nos ocupa, que se había mantenido inalterada durante los últimos 20 años. Y aunque la casa «envejecía estupendamente», los propietarios se dieron cuenta de que había llegado el momento de renovar algunos detalles para que siguiera luciendo tan magnífica como era.

Claudia Güell y Silvia López-Madrid, del estudio Akebia, se encargaron de renovar la casa. Los principales puntos de actuación fueron ganar luz y ligereza, modernizar los textiles y actualizar algunos acabados y muebles.

La simetría de la zona de estar es casi absoluta. Alrededor de la chimenea se han situado varias piezas de asiento, con dos sofás enfrentados de Blasco. La lámpara con plumas de avestruz se encontró en A Modern Grand Tour.

Los propietarios poseen una gran colección de arte contemporáneo, que al renovar la casa se ha sabido destacar eligiendo cuidadosamente la colocación de cada obra. Tras el sofá, cuadro de Manolo Valdés. En el porche acristalado se colgó una obra de Anke Blaue.

 Los colores elegidos son una una de las claves del proyecto. Las paredes se pintaron en blanco roto para destacar el arte, mientras que en las tapicerías se emplearon colores de tendencia, como el azul verdoso de los sofás desenfundables en lino. A la izquierda, una obra pop de Tom Wesselmann. El cuadro a la derecha es de Anglada Camarasa. En el comedor, una obra de Franz Ackermann.

Vía: Nuevo Estilo

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