Lo primero que hay que conocer al elegir una tela para fundas (y al tapizar cualquier mueble) es su grado de resistencia al roce, es decir, al desgaste que producimos cada vez que nos sentamos sobre la tela. Se comprueba con el test Martindale y su resultado se indica en ciclos.
Un sofá con funda de Blasco en un espacio decorado por Las 2 Mercedes.
La máquina Martindale mide en laboratorio la durabilidad de la tela frotando en todas direcciones sobre ella para reproducir los efectos que el uso diario provoca en su superficie. Milagros Blasco, especialista del editor textil Serendipity Fabrics, recomienda telas de 22.000 ciclos, como mínimo, para tapicerías destinadas a casas particulares. Más ciclos significa mayor resistencia de la tela. Por ejemplo, una cifra de 40.000 ciclos sería recomendable si la tapicería va a sufrir “mucho trote” en casa.
Los ciclos Martindale vienen indicados en la ficha técnica de la tela. Puedes consultarlo en las etiquetas del muestrario o preguntar al distribuidor. Muchas veces este dato es el que marca la diferencia de precio entre dos telas que a simple vista parecen iguales.
Dos sofás con funda en un rancho en Malibú. Via: Pinterest
La composición de la tela para fundas
Tras asegurarnos de su resistencia, otras recomendaciones entran en juego en el caso concreto de la tela para fundas. ¿Elegimos una natural o sintética? Con una tela natural acertarás seguro. Además de conservar las propiedades de las fibras que la componen, como el tacto, la frescura, la transpirabilidad y otras características térmicas, la tela natural ofrece también una gran resistencia. Además son buenas amigas del planeta, biodegradables y 100% renovables. No obstante, para optimizar alguna de sus características, como la resistencia, con frecuencia verás pequeñas cantidades de fibras sintéticas en su composición.
Los tejidos naturales como lino son perfectos para fundas. Via: The DesignPhile
Dentro de los tejidos naturales, el lino está reconocido como una de las mejores opciones de tela para fundas. Tiene una caída estupenda y cierto grado de elasticidad, lo que le permite adaptarse a las formas del sofá o sillón, a la par que cuenta con una alta resistencia. De hecho, cuanto mayor porcentaje de lino haya en la composición de la tela, mayor resistencia ofrecerá. Mezclado con un pequeño porcentaje de poliamida, proporcionará una resistencia aún mayor.
Imprescindible es que el lino venga prelavado antes de la confección, lo que nos ahorrará terribles disgustos y asegurará un resultado perfecto tras su lavado en casa o la limpieza en seco.
Como material natural, el lino tiene siempre pequeñas irregularidades. Esos pequeños nuditos que vemos forman parte de su carácter, de su encanto, al igual que los colores, que raramente son del todo planos.
Ejemplos de telas 100% lino prelavado del muestrario de Serendipity Fabrics
Por último, la decoración es una cuestión de gustos y de “feeling”. Si no te gustan las arrugas, no te decidas nunca por una funda de lino. No existe ninguno que no se arrugue. Tampoco encargues una funda de lino si buscas un tacto cálido, porque el lino siempre transmite sensación de frescor.
Como alternativa, te recomendamos unas fundas de algodón. Hay mucha variedad de acabados y mezclas de algodón, seguro que das con lo que buscas.
En resumen: recuerda siempre comprobar la resistencia de la tela, sus condiciones de lavado y su grado de adaptabilidad.
En este post puedes encontrar más consejos prácticos sobre fundas de sofá.